30/12/07
Mirada (...)
17/12/07
Vademécum para enamorados (...)
El enamoramiento, más allá de todos estos síntomas y manifestaciones, rquiere una condición fundamental: debe ser recíproco. La unilateralidad sólo conduce hacia la enfermedad. La correspondencia tiene que ser matemáticamente biunívoca. Aclaración: también, sin reparar en promesas vinculadas con la eternidad, tiene fecha de vencimiento.
¿Cómo darse cuenta? Sencillo. Los defectos pasan a ser maldiciones diabólicas. Los retos lastiman y dejan cicatrices. Las ideas alocadas toman forma de delirios. El otro se convierte en un lastre imposible de cargar. La razón y los sentidos retoman su funcionamiento normal. Lo mismo para las sensaciones y las reacciones. Sólo se repiten dos indicios. Los cerebros necesitan con urgencia un matafuegos. Y los compromisos anteriores pasan a un plano difuso.
Por favor, ante cualquier duda consulte a su médico...
15/12/07
¿Demasiado tarde? (...)
Evidente (...)
13/12/07
No quería (...)
12/12/07
Fórmula (...)
11/12/07
Ataque (...)
7/12/07
Siete actos (...)
-¿Sabés por qué organicé todo esto?
-Ni idea.
-Porque quiero estar un rato más con vos. Yo soy capaz de hacer cualquier cosa por vos.
-¿En serio?
-Sí, en serio.
-Es raro porque hace rato que no me pasa algo así. No dejo de pensar en vos. Vivo con ganas de llamarte por teléfono. Me muero por saber qué estás haciendo.
- ...
-No sé qué pensás. Pero yo estoy un poco más aliviado.
-¿Y qué querés que hagamos?
-No sé. ¿Qué podemos hacer? Dame un beso.
-No... Acá no podemos.
-Pero no puedo más.
-Mejor me voy.
-Quedate.
-Es muy tarde. Hasta mañana.
-Pará...
-Chau.
-Hola.
-...
-¿Qué te pasa?
- Estoy cansada de que me preguntes qué me pasa. ¿Quién te crees que sos?
-Nadie. No me creo nadie. Sólo me preocupo por vos. Porque te quiero. Y quiero que estés bien.
-Estoy cansada. Nada más.
-¿Por qué?
-Me aburrís. Dejame tranquila.
-Pero... Contame qué te pasa. Dale.
-Dejame tranquila. Te lo pido por Dios.
-Bueno... Perdón, no te quería molestar.
-Siempre terminás pidiendo perdón. ¿No te podés dar cuenta solo?
-¿Cómo estás?
-Bien, ¿vos?
-Mejor. Te pido perdón.
-No hace falta.
-Te extrañé.
-Yo también.
-Te quiero mucho.
-Yo también.
-Estoy cansada. Necesito descansar.
-Entonces, descansá.
-Pero no es fácil. Ponete en mi lugar.
-Tenés que intentar hacer cosas que te hagan bien y dejar de hacer cosas que te hacen mal.
-Es muy fácil decirlo.
-Tenés razón. Nunca me voy a poder poner en tu lugar.
-Hola...
-...
-¿Qué te pasa? ¿Por qué estás enojada?
-No me pasa nada. Yo nunca estoy enojada.
-Lo bien que hacés.
-...
-Chau.
-...
-...
-...
Silencios (...)
29/11/07
Otra sesión (...)
-Veo que todavía no limpió el ventanal. ¿Acaso no le gusta que miremos el patio?
-Puede ser. Aunque también puede ser que se haya vuelto a ensuciar, ¿no? Mejor empecemos.
-El otro día estaba pensando en que no sé nada de usted... Y que usted está al tanto de todo lo que hago y casi todo lo que pienso.
-Y sí, es lógico. Yo soy la psicóloga y usted es mi paciente. De eso se trata.
-Lo que pasa es que hay veces que la veo triste. Y me gustaría saber qué es lo que le está pasando. Tal vez hay días que no tiene ganas de escuchar los problemas de un gil como yo. ¡Qué sé yo! Me lo podría decir y yo me voy.
-Ajá.
-¿Ajá? ¿Nada más? ¿No me va a decir nada al respecto?
-Yo no estoy acá para hablar. Además, ¿de dónde viene tanto interés por mí?
-Me parece que es una mujer inteligente, con mucho sentido del humor... Pero también me parece que por momentos no la pasa nada bien.
-González...
-No, espere. Déjeme hablar. O acaso no quería que hablara. Yo le dije que soy muy enamoradizo. Se lo advertí. Y usted me dio a entender que no tenía que callarme. El otro día me fui porque me sentí un pelotudo. Sólo pensaba en que quería tomarla de una mano y llevarla a esa banqueta que tiene en el patio, ahí entre el cerezo y el limonero. Quería que se me ocurriera alguna idea brillante para invitarla a ir a comer. O al cine. No me alcanza con verla 50 minutos por semana
-Me parece que esto no da para más. Lo voy a derivar con un colega. Además, ¿no le parece extraño invitar a salir a una persona que ni siquiera tutea?
-Uh. Entiendo. Otro rechazo más. No importa. Ya estoy acostumbrado. No sólo soy muy enamoradizo. También soy bastante pelotudo. Ahora no la voy a poder ver más.
González se incorporó, tomó su pequeño bolso y enfiló hacia el ventanal. Ahí, ante la cara de asombro y pavor de la doctora, abrió el morral y sacó un atomizador con un líquido celeste. Roció la parte sucia del vidrio y con un pliego de un diario hizo un bollo y lo pasó por encima del manchón.
-González...
-No me diga nada. Ya entendí todo. Le dejo esto. Le va a servir más que a mí.
-Espere un poco. Acá tiene el teléfono de mi colega. Es una eminencia.
-No me importa. Me parece que no tiene demasiado sentido seguir. Sin usted y sin el patio, creo que es hora de tomarme un descanso. Me voy a dar el alta. Ya no tengo ganas de hacer terapia... Además del limpiavidrios, le dejo mi tarjeta. Capaz, si lo piensa bien, acepta mi invitación.
-...
-Hasta luego. Yo sé que me va a llamar. Lo sé.
Condicional (...)
Si me dejaras...
Si te dijera...
Si me escucharas...
Todo en condicional.
Nunca pasa nada.
26/11/07
Sesión (...)
-¿Sabe una cosa?
-Dígame, González.
-Mi gran problema es que soy demasiado enamoradizo. Todos los días, cada minuto que pasa, me cautivo con algo diferente. Y no sólo con mujeres...
-Perdón, sabe que no suelo interrumpir. ¿También se enamora de hombres? Hace tres años que se analiza y no me había dicho nada al respecto. Pero me parece que estaba omitiendo algo importante...
-No, no, no. No se confunda. Cuando le dije "no sólo con mujeres" quise decir que también me enamoro de situaciones. ¿Me entiende?
-Intento.
-Bueno, le decía... el amor, generalmente, es pasajero. Dura segundos. Casi tanto como el desencanto. Sin embargo, algunas veces me quedo enganchado. Muy enganchado. Y me cuesta volver a poner los pies sobre la tierra. Y era mucho peor cuando era más joven. Me deslumbraba casi en forma constante. Si quiere, para no confundirla, le hablo de mujeres. Pero también tengo otros ejemplos para darle.
-Mejor sigamos con las chicas.
-No, nada... Si conozco una chica que me hace reír, que me divierte... Chau. Quedo tonto por un rato largo.
-Y entonces, ¿por qué sigue soltero?
-Ya no les digo nada. Me río, me acerco, pero jamás les confieso mi amor. Bah, lo hice un par de veces y me fue mal. Una vez... Uy, ya no me acuerdo cómo se llamaba... Bueno, eso no importa. Importa que me frenó en seco y tiró sin vacilar: "Me parece que estás equivocado". Era demasiado linda para mí. La otra también era hermosa. Pero en esa época estaba de novio y ella acababa de quedarse sola tras descubrir que había sido engañada. Y me dijo que no quería que mi chica pasara por lo mismo que estaba viviendo ella. Creo que fue una forma elegante de cortarme la cara. Al menos, fue un poco más diplomática. Ojo, yo tampoco tuve el coraje para decirle a Elena que no la admiraba tanto como a Cristina. Al final, Elena se fue con un compañero de trabajo. Y yo me quedé solo. Sin Elena. Y sin Cristina, que para entonces ya había conocido a otro pibe.
De repente, el hombre se quedó en silencio. La doctora no podía ver que su paciente estaba llorando.
-Siga, González, le quedan diez minutos de sesión.
-La verdad es que no tengo más ganas de hablar. Sólo una cosa. Trate de limpiar mejor el ventanal. El patio es demasiado lindo como para que no se lo pueda disfrutar. A mí me da mucha tranquilidad. Hasta el martes, doctora.
16/11/07
Cíclico (...)
La duda. La injusticia. El dolor. La muerte. La angustia. La incertidumbre. Las molestias. Los espasmos. La esperanza. La felicidad. Las inquisiciones. La bronca. El cansancio. El alivio. El agotamiento. Todo se termina. Todo se repite. Todo vuelve a empezar. Sólo hay dos maneras de olvidar. Sólo hay que pensar. Imaginar.
12/11/07
Malos entendidos (...)
9/11/07
El corazón hecho un bollo (...)
-Sí, doctor. Acá los tiene. Otra cosa: no me diga Romero, me llamo Romiro.
-Romiro, ¿así está bien, amigo? Los sobres están cerrados. No los abrió... ¿No le dieron ganas de ver los resultados? -pregunta con algo de curiosidad Oscar Parrado, que es uno de los más veteranos médicos de planta del Hospital Británico.
-La verdad que no. Total, no entiendo nada. Y, además, no me va a quedar otra que hacer lo que usted me diga. ¿Para que voy a pasar una semana preocupándome por cosas que no dependen de mí? -responde con desgano el maltrecho Romiro.
-Tiene razón. Para qué se va hacer problemas antes de tiempo... A ver. Déjeme ver todo esto.
Javier Romiro tiene 35 años. Es periodista. Hace diez llegó de Azul para radicarse en la Capital Federal. Trabaja como redactor en un diario. Y desde hace unos meses comenzó a sentirse mal. Migrañas, acidez, náuseas. Los primeros síntomas de malestar se manifestaron casi al mismo tiempo que su novia decidió dejarlo. El todavía no sabe por qué se quedó solo. La chica es una periodista radial a la que conoció en la cobertura de la toma de rehenes en las oficinas del ferrocarril en Plaza Constitución. Y no le habló más desde aquella noche de sábado en que salieron a comer para después cumplir con la reglamentaria relación sexual semanal. El, angustiado y desolado, sólo siente molestias y dolores en su cuerpo. Por eso fue a ver a Parrado, médico clínico y especialista en gastroenterología. Una eminencia.
-¿Tengo algo malo? -La pregunta de Romiro interrumpió los dos minutos de silencio total y el tsunami de gestos del hombre del delantal blanco.
-¿Algo malo? Mmmmmm. No. En realidad, lo que usted tiene es algo raro. Los estudios revelan fallas graves en el sistema cardiovascular. ¿Del laboratorio no le dijeron que venga enseguida a verme?
-Sí, me lo dijeron. Incluso, me pidieron el número de su teléfono. Pero yo estaba muy ocupado intentando arreglar algunas cuestiones personales con mi novia... Bah, en realidad, con mi ex novia. Pero eso no viene al caso. Dígame qué tengo, por favor.
-A ver, para que lo entienda, las estadísticas dirían que sólo un hombre entre cinco mil millones está vivo con todos estos trastornos. Y ese hombre es usted.
La cara de Romiro se convirtió en una postal de la incredulidad. No entendía una jota de lo que le estaba diciendo el médico.
-Usted, doctor, me quiere decir que yo debería estar muerto en este instante.
-Algo así... Pero esta vivo. No vaya a pensar que soy el pibe de Sexto sentido... No veo gente muerta... Ja, ja, ja. La vio, ¡está muy buena!
-¿De qué se ríe? Me acaba de decir que tengo un problema gravísimo y enseguida se pone a hablar de cine. No lo entiendo. No entiendo nada. Por favor, dígame qué tengo...
-Todos los estudios que se hizo revelan que su corazón está vacío. Late, bombea, pero no tiene sangre. Es un milagro que esté vivo. Su corazón ahora tiene la forma de un bollo de papel. Le pido por favor que se quede acá que voy a llenar la orden de internación. Usted está en riesgo de muerte.
-Le juro que no entiendo nada. Si apenas siento dolor de cabeza y un poco de acidez.
-Yo tampoco entiendo nada. Sólo le pido que me haga caso. ¿Le avisamos a alguien?
-¿A quién? Si lo que queda de mi familia vive en Azul. No... Mejor déjelos tranquilos, Parrado.
-¿A su novia, tampoco?
-No, si no me habla más.
-Pero necesitamos la autorización de alguien. ¿Un amigo? ¿Al menos un compañero de trabajo?
-Nada.
-¿Nada de nada? Es muy raro. Pero ahora que lo pienso empiezo a entender todo. Usted no está muerto, pero le pega en el palo. ¿Cómo es posible que no se hable con nadie? Perdón que se lo diga: es un muerto vivo, como el de las películas...
-Lo que pasa --interrumpió Romiro antes de otro chiste malo y cinéfilo-- es que a mí me gusta escribir. Hace tiempo que no se me ocurren ideas. Desde entonces, dejé de hablar con el resto del mundo. Y mi novia se cansó. Lo único que hago es llenar el horóscopo en el diario. Allá dicen que estoy medio loco. Y después nada más. Todo lo que escribo lo tiro. No paro de hacer bollos de papel.
-Como su corazón -grita exaltado Parrado, saltando de su cómoda silla, como si hubiera descubierto una vacuna contra la muerte.
-Sí, doctor, como mi corazón.
1/11/07
Castigo (...)
A un costado (...)
29/10/07
No hay por qué (...)
25/10/07
Culpable (...)
A destiempo (...)
24/10/07
Número redondo IV (...)
Estrofa (...)
23/10/07
Sucesión (...)
Una bebé durmiendo panza abajo y a pata suelta. Un gordo de barba abundante y con terribles ojeras lavándose los dientes. Un cuerpo amorfo enjabonado. Una bebé que se despierta y grita fuerte mamá. Una bebé que sonríe antes de tomar una mamadera abrazada a su muñeca de trapo y a su mamá, todavía dormida. Un vendedor ambulante que saluda cordialmente en vez de ofrecer su siempre rechazada mercancía. Una rubia con pinta de gato en una parada de colectivos de Banfield. Una enfermera de unos 50 años acosada por dos pibes totalmente borrachos en otra parada de colectivos, ya en Lanús. Un hombre que pasa por al lado, baja la vista, apretuja el diario que lleva bajo el brazo y no hace nada para ayudar a la enfermera. La enfermera que se aleja, un pibe que la sigue y el otro que se tropieza y se va de trompa al piso. Un camionero enardecido que acaba de encerrar brutalmente a un Taunus de los viejos contra un cordón en Gerli y putea al conductor del auto en todos los idiomas (bah, en uno solo). El chofer, totalmente sacado, está parado en la base del remolque y gesticula a lo loco. El del Taunus lo mira con temor desde la butaca de su coche. Una chica que empuja a un chico en el triste boulevard de la avenida a la altura de Avellaneda y lo insulta de arriba a abajo. Se leen sus labios que dicen claramente: "la concha tuya, puto, pajero". Cada uno sigue por su lado. Una autopista congestionada. Un espacio reducido para estacionar el auto teniendo en cuenta mi incapacidad para maniobrar.
Siete AM. Se acabaron las sorpresas.
-Hola.
-Buen día.
Lo que viene es historia conocida. Y repetida.
22/10/07
Repaso (...)
Instante (...)
19/10/07
Tarde de verano (...)
18/10/07
Sueños (...)
17/10/07
Todavía una canción de amor (J.S.)*
No te fíes si te juro que es imposible
no dudes de mi duda y mi quizás
el amor es igual que un imperdible
perdido en la solapa del azar
La luna toma el sol de madrugada
nunca jamás quiere decir tal vez
la muerte es un amante despechada
que juega sucio y no sabe perder
Estoy tratando de decirte que
me desespero de esperarte
que no salgo a buscarte porque se
que corro el riesgo de encontrarte
que me sigo mordiendo noche y día
las uñas del rencor
que te sigo debiendo todavía
una canción de amor.
No corras si te llamo de repente
no te vayas si te grito piérdete
a menudo los labios más urgentes
no tienen prisa dos besos después.
Se aferra el corazón a lo perdido
los ojos que no ven miran mejor
cantar es disparar contra el olvido
vivir sin ti es dormir en la estación.
*Mi amigo Joaquín todavía escribe mejor que yo...
16/10/07
Historia (...)
11/10/07
Inquietud (...)
Mal tiempo (...)
5/10/07
Sencillez (...)
Suficiente (...)
¿Es suficiente? No. ¿Alcanza? Puede ser.
3/10/07
Conexión(...)
-En nada. ¿Por qué me preguntás eso?
-Porque estás hablando pausado. Y cuando hablás pausado es que estás pensando en otra cosa.
-¿Cómo te diste cuenta?
-¿En qué estás pensando?
-En nada.
-Dale, contame...
-No te lo puedo contar.
-¿Por qué?
-Porque todo lo que te diga no va a cambiar nada. ¿O hay algo que pueda cambiar las cosas?
-¿En qué estás pensando?
-¿Hace falta que te lo diga? A ver... ¿En qué puedo estar pensando?
-...
-¿No me vas a responder?
-Sabés que el otro día...
2/10/07
Intolerancia (...)
30/9/07
Impuntual (...)
27/9/07
Recreo (...)
25/9/07
Extraño (...)
*Algunos "extraño" podrían haber sido reemplazados por raro o singular. Otros, en cambio, tienen que ver con añorar, echar de menos o evocar. En este caso, es preferible repetir.
20/9/07
Rutina (...)
19/9/07
Silencio (...)
Shhhhhhhhhhhhhh.
No olvidar (...)

17/9/07
Instrucciones para (no) hacer guiños (...)
14/9/07
Claridad (...)
Advertencia: no se trata de un juego de palabras.
Tampoco es un contrasentido.
Es así.
Tan sencillo como entreverado.
12/9/07
Destino (...)
10/9/07
Curvas pronunciadas (...)
Los ojos se cierran. Entre la oscuridad no tan oscura, se aleja la bonita figura de una muchacha con curvas pronunciadas. Se oye su risa. Contagia. Se huele su perfume. Dan ganas de alcanzarla. También de abrazarla. Pero se va. Su silueta generosa se pierde en algún rincón...
Los ojos se abren. Entre la claridad no tan clara, se aleja la bonita figura de una muchacha con curvas pronunciadas. Se oye su llanto. Contagia. Se percibe su tristeza. Dan ganas de alcanzarla. También de abrazarla. Pero se va. Su silueta generosa se pierde en algún rincón...
Ideas que se cruzan por la cabeza y que son literalmente esculpidas con forma de palabras por unos dedos gordos que golpetean las teclas con torpeza.
7/9/07
Descartables (...)
4/9/07
Unilateral (...)
Otra más. Nada más.
30/8/07
Dos cosas (...)
28/8/07
No va más (...)
En este caso, luego de esta trillada introducción lúdica, no hay ruletas ni naipes. Se trata, nada más, nada menos, de hacer una gran apuesta en tiempos de cambios, que incluyen refacciones, mudanzas y desafíos. Y eso genera incertidumbre.
Crisis.
La finalidad es crecer. Evolucionar. Sentirse más a gusto. Explorar. Aprender. Vivir.
El riesgo existe. Se puede perder. Se puede ganar.
Lo que no se puede hacer es dudar.
Pero dudo y luego no existo.
Si tuviese el convencimiento de que cualquiera puede hacer saltar la banca...
24/8/07
Milímetros (...)
23/8/07
Final de juego (...)
En plena crisis, el duelo seguirá hasta nuevo aviso.
22/8/07
Confusión (...)
Contrarreloj (...)
15/8/07
Confesión (...)
13/8/07
Interruptus lapsus (...)
7/8/07
Miércoles (...)
Por eso, Ernesto jamás pudo olvidar aquella fría mañana de junio. Como Marisa, su mujer, dejaba la casa de madrugada para ir a trabajar, él aprovechaba sus ratos de soledad, antes de salir para su laburo, para darse pequeños gustos personales. Algunos días se quedaba durmiendo hasta las dos de la tarde. Otros, esperaba con los ojos entrecerrados que ella se marchara para encender el televisor y ver o rever alguna película clásica que pasaban por el cable. Muchas veces leía. Y otras se duchaba e inmediatamente iba al bar de la estación de trenes para desayunar un café con leche con dos medialunas de grasa y una de manteca. No tenía una grilla establecida. Siempre cambiaba. A excepción de los miércoles. Ese era el día que le dedicaba a la masturbación. Un rito sagrado que seguía como el más fiel de los feligreses. Ernesto contaba con un abanico de opciones para llegar al clímax. Tenía videos, revistas con fotos y relatos… Más allá del arsenal de pornografía celosamente guardado en un ropero bajo llave, generalmente recurría a los recuerdos. No podía olvidar sus primeras experiencias con sus novias de la adolescencia. También evocaba los años felices de su matrimonio con Marisa y su cuerpo exuberante. Y no se olvidaba de las trolas amigas de aquel boliche de Recoleta ni de las dos o tres amantes que supo tener en tiempos de apogeo de su virilidad. Vivía de lo bien que lo había pasado. Pero todo conjugado en pretérito imperfecto. Es que el presente era triste y continuo. Ya no sabía qué hacer ni dónde ir. Su vida conyugal sólo seguía de pie por inercia. Cada vez que Marisa amagaba con dejarlo, él ensayaba una suerte de autocrítica para lograr una amnistía. Sin embargo, con cinco minutos de diferencia, estaba totalmente arrepentido de haberla retenido. Una relación enfermiza que tenía clara fecha de vencimiento. Ni siquiera les quedaban los hijos, que cansados de la oscuridad del hogar decidieron marcharse lejos. Bien lejos. Uno es ingeniero electrónico y vive en Cincinnati, Estados Unidos, gracias a una beca conseguida en la universidad. Y el otro, bohemio, se fue a probar suerte a España, con la idea de embolsar una buena cantidad de euros. Pero terminó casado con una hermosa andaluza con la que ya tiene una niña más bella que su madre –-a quien sólo conoce por fotos-- y su abuela --a quien no quiere ver ni en figuritas--...
En medio de una vida que ya no lo satisfacía, Ernesto sólo esperaba que llegaran los miércoles para poder descargar toda la tensión acumulada a lo largo de la semana. No sólo la pasaba mal en su casa. Tampoco era feliz en su trabajo. Ya llevaba veinte años en el mismo diario y quince con el mismo cargo. Lo que en un principio fue un mundo por descubrir mutó en un martirio rutinario y monótono. Su mayor motivación era esperar el cinco de cada mes para ver la cuenta del banco con una cifra de cuatro dígitos que se iba erosionando hasta llegar al cuatro del mes siguiente transformada en algo muy parecido a cero pesos con cero centavos. Lo mejor de su horrible vida, sin dudas, pasaba por la mañana con sus escapadas, sus películas, sus libros. Y sobre todo con sus pajas.
Aquel 13 de junio, luego de un sueño muy caliente, Ernesto se despertó con unas terribles ganas de coger. Ya no estaba Marisa, que se había ido a trabajar a las seis de la mañana, como siempre. Tan mal estaban las cosas con ella que hacía un buen tiempo que ni siquiera atinaba a despertarse para despedirla. Para qué hablar de aquellas épocas lejanas en las que se levantaba junto a ella para compartir unos mates antes de acompañarla a la parada de colectivos. Ya nada quedaba de aquel gran romance. No obstante, vaya paradoja, esa fría mañana se dio cuenta de que la excitación era producto de un recuerdo de la luna del miel. Tras casarse en 1981, decidieron subirse al 3CV de Ernesto para recorrer el país. Así encararon hacia Santa Fe y luego pasaron por Córdoba, San Luis, Mendoza, San Juan y La Rioja. En pleno periplo, el Citröen los dejó a gamba y tras 28 días de travesía debieron pegar la vuelta en un micro. El auto regresó por las suyas remolcado una grúa. La noche del percance, sin embargo, pasaron una velada inolvidable en la soledad de la ruta provincial 74, camino a Chilecito. Si al coche le quedaba algo por romperse, ellos se encargaron de terminar la faena luego de una maratón de lujuria y pasión.
Curiosamente, Ernesto se despertó con ese hermoso recuerdo. Y fue como un rayo al baño decidido a completar el homenaje. Antes de bajarse el pantalón del pijama y el calzón para sentarse en el inodoro, se miró al espejo. Se notó demacrado, con unas terribles ojeras. Descubrió arrugas. La imagen, además, reflejaba un rostro avejentado con una preocupante palidez verdusca. Enseguida, pensó que no tenía ni la más mínima gana de masturbarse. Ya estaba grande para tener a la auto satisfacción como el objeto de mayor veneración, como móvil de una vida sin sentido. Se desnudó y volvió a mirarse al espejo. Esta vez de cuerpo entero. Lo más llamativo de su triste figura era una cicatriz que cruzaba el abdomen de punta a punta, una vieja e indeleble marca de un serio problema intestinal que lo tuvo al borde de la muerte. Hacía mucho que no se miraba. Estaba descuidado. Casi no se reconoció.
Se bañó, se vistió y llamó por teléfono a Marisa.
Ni siquiera la saludó con un hola. Apenas soltó quince palabras.
-Soy yo. Tenemos que hablar.
-¿Estás bien? ¿Te sentís bien?
-Sí, bárbaro. ¿Te paso a buscar y vamos a almorzar?
-Bueno. Te espero en la puerta de la oficina... Pero no te pasa nada, ¿no? Te noto raro.
Ernesto cortó. Tampoco le dijo chau. Sintió un alivio terrible. Al fin, había visto la manera de salir de la oscuridad. Tomó valor. No tenía otra que volver a empezar.
Bufar (...)
Con un par de días de guarda, no logro entender por qué cometí semejante traición a mis convicciones. Quizá sentí que no me iban a escuchar. En realidad, necesito admitir que tuve un enorme temor a no ser comprendido. Las palabras quedaron ahí. Lo peor de todo es que dejaron de tener validez. Ya no sirven de nada. Sólo aportarían más confusión. Sin embargo, siguen rondando en mi cabeza. Errantes, sin destino, causan bronca. Devoran neuronas.
2/8/07
Hipoteca (...)
¿Es bueno dejar de pensar por un rato?
¿Sirve de algo tomarse un descanso de los problemas?
¿Es saludable?
¿O se trata de una hipoteca que se tornará imposible de saldar?
31/7/07
Disparador (...)
27/7/07
Quién (...)
25/7/07
Fuga (...)

24/7/07
Imperativo (...)
23/7/07
Inflexión (...)
Llegó el tiempo de construir. Demoler paredes si es necesario.
19/7/07
Número redondo III (...)
Las bondades del contador --gracias Lord Henry por presentármelo-- me permiten saber cómo desembarcó tanta gente en este sitio perdido en la red. Sobre las últimas 500 entradas, me encontré con que el 11 por ciento se acercó googleando la palabra "angustia". Lo sigue el término "eufemismo" con un 8 por ciento, "síndrome de abstinencia" y "calentamiento global" comparten tercer escalón del podio con un 4% e "incertidumbre" cierra el quinteto inicial con un 3,5. El top ten se completa con "explícito", "frustraciones", "Juan Sasturain", "receta para llorar Julio Cortázar" y "distracción".
Conclusión apresurada bajo la óptica de los puntos suspensivos: hay mucha gente que está triste y que no sabe cómo decirlo. Se preocupa, entre otras cosas, por problemas propios, pero también tiene espíritu colectivo y desea desentrañar qué será de la humanidad. Todo eso redunda en un enorme signo de interrogación. Estimo que muchos han pasado por el consultorio médico y se han enterado de que sufren gastritis como uno que yo conozco.
PD1: La muerte del gran Fontanarrosa disparó las visitas. Hoy recibí más de 180 luego de conocerse la noticia. En realidad, el promedio, con suerte, llega a las 60 por día. Una muestra pequeña de la grandeza del genio rosarino.
PD2: Hay gente que sigue buscando "porongas grandes" y llega a este blog. Ya les dije: acá no hay...
PD3: Gracias por venir.
Con respeto y devoción (...)
Porque el genial rosarino marcó un quiebre en la cultura argentina. Derribó bronces y, aunque muchos no tengan el valor de reconocerlo, se ganó un lugar en la elite de la literatura. Tras su ingreso al mundo de las artes por el patio de atrás --a través de sus inolvidables e inoxidables tiras humorísticas--, Fontanarrosa incursionó en las letras y causó una revolución. Y aquí no hay una santificación post mortem. Todo lo contrario.
Su prolífica obra, con doce libros de cuentos y tres novelas, pone en evidencia la posibilidad de entender que la literatura es apta para todo público. No es necesario ser erudito, seleccionar términos difíciles, construir oraciones con figuras retorcidas y recursos literarios suntuosos, para contar una historia magnífica. Fontanarrosa, tal vez tras los pasos de Roberto Arlt y Osvaldo Soriano, logró llevar definitivamente a las letras al llano y, vaya paradoja, con mucha altura. Casi siempre explotando la difícil veta de hacer reír. Porque, se sabe, muchos pueden hacer llorar con facilidad.
Leer los cuentos y novelas de Fontanarrosa es como sentarse en una mesa de un café a escuchar al más hábil de los narradores, capaz de animar relatos con la mágica combinación de simpleza y precisión. Historias posibles de personajes oscuros o marginales. Hazañas y grandes fracasos vinculados al mundo del fútbol. Ficciones irreverentes. Parodias de notables personajes de la historia. Con su prosa, el Negro fotografió y caricaturizó la argentinidad. Siempre al borde del absurdo, con la sutileza para no derrapar jamás. Con las palabras adecuadas, sin reparar en si son buenas o malas, palabritas o palabrotas. Así, Fontanarrosa transitó por ese camino como nadie lo había hecho. Y dejó una huella enorme.
*Publicado en la Agencia Universitaria de Noticias y Opinión
12/7/07
Dos preguntas (...)
¿Qué decir cuando no se sabe qué decir?
9/7/07
Escepticismo bajo cero (...)

"Una rareza. Tanto, que hasta el Servicio Meteorológico Nacional dudó en anunciarlo: nevó en Buenos Aires. Por primera vez en casi un siglo los porteños vieron caer nieve en la ciudad y, por supuesto, muchos salieron a las calles a festejar".
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Dice Clarín.com:
"En algunos barrios porteños y en ciudades del conurbano se vieron familias que disfrutaban del fenómeno climático, a pesar del frío. Los grupos más grandes se registraron en Lomas de Zamora y Devoto".
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Dice (...)
Sí... Escepticismo bajo cero.

Evasión (...)

El tiempo no para (Cazuza-Brandão)
Cansado de correr en la dirección contraria
sin podio de llegar y mi amor me corta la cara
porque soy sólo un hombre mas,
pero si pensás que estoy derrotado
quiero que sepas que me la sigo jugando
porque el tiempo, el tiempo no para.
Cambio de fondo (...)
6/7/07
En blanco (...)

¿Alguien me puede ayudar?
5/7/07
Angustia (...)

Ilustración: "Mujer ante el espejo", de Pablo Picasso (1931)
En las antípodas (...)
4/7/07
Diez kilómetros (...)

Ilustración: "Face of a face", de Paul Klee
2/7/07
Jugar (...)
Acá todos juegan a jugar.
Nosotros (...)

Ilustración: "Homme et femme", de Pablo Picasso (1971)
1/7/07
Distancias (...)
Está lejos, tan lejos...
28/6/07
Caballero (...)
26/6/07
Frustraciones soñadas (...)
De hecho, para seguir ejemplificando, en plena adolescencia y con las hormonas en ebullición, me di el gran gusto de ser el amante en pijamas de mujeres hermosas. Obviamente, el hechizo se desvanecía no bien sonaba el despertador y me daba cuenta de que la almohada, generosa, hacía las veces de la inalcanzable Laura Antonelli, por citar alguna de mis innumerables e imborrables fantasías como púber.
Toda esta vergonzosa y ruborosa introducción tiene una explicación. La otra noche me encontré con que un tal Gabriel García Márquez había dejado un comentario en este blog. El realista mágico de Aracataca o alguien que se hizo pasar por él, elogiaba con fervor uno de mis relatos. Obviamente, totalmente asumido de mi prosa mediocre, no me creí nada. Sólo respondí con una carcajada textual. Suponía que se trataba de una broma de algún amigote. Sin embargo, a los pocos días, el gran GGM insistió a través de un correo electrónico. Decía que entraba a menudo en esta página y que le gustaba mucho lo que hacía. Volví a responderle y le agradecí, pero seguía poco convencido... Hasta que, finalmente, el propio Gabo, a través de la gente de su editorial, se encargó de que yo comprobara que todo era cierto. Era una caricia enorme para mi devaluado ego... Era maravilloso... Era increíble... Era, como imaginaban, un sueño. La pequeña Catalina, con un llanto de madrugada magnificado por el baby-call, me hizo caer en la realidad de que todo era producto de una nueva alucinación nocturna.
Apresurado y tremendista, como siempre, llegué a una conclusión mientras preparaba la mamadera: los sueños anticipan frustraciones. ¿Cómo es eso? De habilidades discretas como futbolista y con escasa fortuna, aunque no debo quejarme por lo que tengo en casa, a la hora de conquistar mujeres bonitas, mi suerte como literato está echada.
¿Saben dónde puedo poner una rotisería? Si la memoria no me falla, jamás soñé con un matambre con rusa o con un pollo al spiedo...
Incertidumbre (...)
25/6/07
Distracción (...)

24/6/07
Eufemismo (...)
23/6/07
Conexiones (...)
22/6/07
Disquisiciones rutinarias (...)

21/6/07
Síndrome de abstinencia (...)
20/6/07
Por las dudas (...)

19/6/07
Explícito (...)
Calentamiento global (...)
18/6/07
Autocrítica (...)
Apenas, afinidad, coincidencias, necesidades complementarias... Enormes, pequeñas, enormes. Sin embargo, no alcanzó. Se hace difícil avanzar cuando nadie se atreve a cruzar del otro lado. Aburre. Se hace imposible cuando los límites son siempre los mismos. Agoniza. Nada se obtiene si no se intenta trascender. Muere. No todo lo establecido está necesariamente bien. Es imprescindible romper, destruir y volver atrás para empezar otra vez.
Tampoco hace falta decir adiós.