22/8/07

Contrarreloj (...)

La exigencia es sumamente presuntuosa. Tiene forma semejante a una utopía... Pido, por favor, días más largos para que no queden tareas pendientes. También noches más extensas para no acumular fatiga innecesaria. Además, solicito vacaciones sin obligaciones. Y la posibilidad de aumentar la carga horaria para el placer. La sensación de falta de tiempo genera desesperación. La híper actividad consume el reloj. Y el ocio, elemento fundamental para la sanidad mental, queda relegado a la nada. Los libros perdieron su lugar de privilegio. El cine fue víctima de la desidia y de la fobia, y devino en una vieja película por tevé que siempre empezó hace veinte minutos. La adictiva dispersión lúdica descansa en un cajón de un bonito mueble estilo provenzal. Las salidas perdieron la batalla con algún partido de fútbol o con una siesta poco reparadora. Se sabe, las utopías no existen. Se acepta que la culpa es propia. Los días duran 24 horas para todos. La exigencia es personal y contrarreloj. Hay que cambiar. ¿Será posible?

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