17/3/09

Putas: Ultimo momento (...)

La cuestión era sencilla. Uno. Había que evitar por todos los medios que Torres terminara como Ringo Bonavena. Dos. Para cumplir el objetivo inicial había que propiciar un encuentro con Iris. Tres. Era imperioso, urgente diría, retornar a Copacabana para que yo volviera a estar con Sofía. Totalmente convencido de que era un asunto serio e importante, le informé de mis objetivos a Fanucci. Estaba amaneciendo en los suburbios y yo iba maquinando mi cabeza a más revoluciones que el Súper Spazio. Cuando terminé de elucubrar mi brillante plan por escalas, el Tano me invitó a que me bajara del auto.
-Te dejo acá, así no me desvío tanto. ¿No te enojás? -me dijo y me miró con cara de pobrecito.
¿Qué le podía decir? El pobre no iba a tener más tiempo que para bañarse antes de irse al laburo. Yo, en cambio, con mi curro de las punto com podía dibujarla y trabajar desde casa. En realidad, podía hacerme el gil y tirarme a dormir un rato para recuperar energías.
-Claro, Tano. Quedate tranquilo. Después llamame al diario, así organizamos el encuentro entre el Flaco e Iris. ¿Dale? -le grité por la ventanilla cuando Fanucci ponía primera para seguir camino.
Caminé las ocho cuadras que me separaban de la avenida. Aproveché, pasé por una panadería para hacerme de un cuarto de bizcochitos de grasa. Y también compré un par de diarios. Agarré La Reforma, porque quería ver cómo había quedado la entrevista al actor italiano. Y también El Popular porque me encantaban las crónicas policiales. Ahí escribía un ex compañero mío, el rubio Fernán, que la rompía. Era un placer leerlo. Cero morbo. Pura prosa.
Llegué a casa. Me calenté agua para el mate y para acompañar los bizcochos me puse a leer el reportaje. No podía creer que mi jefe no le había tocado ni una línea. Es que era un hinchabolas del año cero que siempre metía mano y me arruinaba todo. Pero esta vez se había comportado como un editor como la gente. Es más, hasta el título estaba bueno. Tan contento me puse que ni siquiera me había tomado el tiempo de echarle un vistazo a la tapa de El Popular. Algo que vi cuando me estaba por cebar uno de los últimos mates antes de encarar para la catrera. Por encima del titular principal, en un pirulo rojo con la alarmante chapa de ULTIMO MOMENTO decía “Crimen pasional: matan de un tiro a empresario de la noche”. Y en la bajadita explicaba en forma sucinta e imprecisa: “Se trata de Walter Jermak, conocido RR.PP. de las principales discotecas de la Ciudad. El hombre habría sido asesinado por el novio de su amante”.
Mierda, me dije para adentro, el Flaco Torres mató al Polaco Jermak para quedarse con Iris. Enseguida, lo llamé por teléfono. Obviamente, nadie me atendió. También intenté hablar con Fanucci. Pero el Tano ya se había ido. Me puse de los pelos. Sentí retortijones y nauseas. Con la cabeza metida en el inodoro, entre arcada y arcada, me puse a pensar. Si el diario cierra a las once de la noche y yo había estado con el Flaco en Copacabana a las tres de la mañana. Si él fue quien me había dado la plata para pasar la inolvidable noche con Sofía. No pudo haber sido él. ¿O acaso yo era su mejor coartada?

16/3/09

Pausa (...)

A máxima velocidad, sin saber qué hacer en la milésima de segundo que se venía encima, la mejor decisión fue tomarse un pequeño descanso. Una pausa. Aunque nadie, ni uno mismo, se pudiera dar cuenta de ello. Parece difìcil. También utópico. Como mínimo, contradictorio. Pero fue vital. Sanador.