22/1/09

Amor invisible (...)

El es real. Ella también. Sin embargo, todo lo que sucede entre ellos es una dulce ficción. Besos virtuales. Abrazos y jugueteos por celular. Sus pieles rara vez se tocan. Apenas unas caricias esporádicas pero electrizantes que alcanzan para alimentar su romance imposible. Amor invisible.

13/1/09

Caretas (...)

Su juego se basa en el engaño. Y está convencida de que nadie se da cuenta. Es patológico. También es aburrido. Porque se enreda en sus propias historias y siempre queda en evidencia. Yo prefiero que no mienta. Que diga la verdad. No quiero jugar a su juego. No es cómodo andar con caretas.

Falsa contemporaneidad (...)

Después de pasar varias noches sin pegar un ojo, Gustavo creyó haber encontrado la respuesta a su gran problema. Y no se lo aguantó. Era tarde, pero igual buscó el teléfono y llamó a Paula.

-Hola, Pau
-¿Quién habla?
-Gustavo. ¿Estás bien?
-Sí. Me había quedado dormida, pero... ¿Qué te pasa?
-Te quería contar algo, pero si estás durmiendo, no...
-Boludo, ya me despertaste. Ahora me lo contás.
-Bueno... Después de mucho pensarlo llegué a la conclusión de que nuestro principal problema es la contemporaneidad tardía.
-¿Qué me querés decir con eso? ¿Estás borracho?
-No, nena, estoy totalmente sobrio.
-No te entiendo.
-A ver. Es simple: vivimos al mismo tiempo, tenemos un montón de cosas en común, pero nos conocimos demasiado tarde.
-Estás completamente loco. ¿Para eso me llamaste?
-Sí, es una teoría brillante. Explica todo.
-A ver: ¿y los que dicen que nunca es demasiado tarde?
-En este caso sí. Está claro. Lo nuestro sería algo así como construir una falsa contemporaneidad. ¿Para qué?
-Me das un poco de miedo.
-Tenés razón. No me hagas caso... Chau, nos vemos.
-Chau.

9/1/09

Receta (...)

Oculta, inventa, miente, manipula. Es evidente. Sin embargo, ella tiene la receta para hacer absolutamente creíble todo su arsenal de engaños. Le alcanza con una sonrisa.

Trampa (...)

La memoria, a menudo, me traiciona. Pero hay cosas que no puedo olvidar aunque haga fuerza para no recordarlas. Y te lo juro por quien quieras que el otro día ella estaba igual de linda que la tarde en que me enamoré de ella y decidí nunca más desenamorarme. Capaz que tenía otra ropa, es posible, pero olía igual, increíblemente bien... Y brillaba. Sí, creeme, brillaba. Necesito que me creas. Tenía un aura, un no sé qué... Bah, parecía que tenía un imán que me obligaba a mirarla. Y se lo dije, claro. No me lo podía guardar, aunque sonara cursi, aunque quedara para la mierda. Hoy estás muy bonita, le susurré al oído. Ella me sonrió. Me guiñó un ojo. Me dio un beso. Y me respondió que sabía que a mí me iba a gustar y que había planeado todo para llamar mi atención. Me sonrojé, no pude evitarlo. Le pregunté qué iba a hacer esa noche. Me contestó que tenía planeado pasarla conmigo. Había caído en su trampa. Una hermosa trampa. Fue una madrugada que tampoco podré olvidar, como aquella tarde en que me enamoré de ella y decidí nunca más desenamorarme.

6/1/09

Otro lugar (...)

La mira con atención, con ganas de entenderla. Se esfuerza por escucharla, por contenerla. Pero no puede. Su cabeza está en otro lugar. Ya no hay comunión posible.