29/9/08

Encanto (...)

Hacía tiempo que no se veían. Por eso, más allá de la lejanía, el hombre sintió la necesidad de observarla con atención. Deseaba revisar cada detalle. Quería volver a explorarla. Y lo notó enseguida. Ella estaba igual que siempre, pero no era la misma que antes. Ya no tenía el aura que la hacía única. Había perdido la capacidad de engañarlo con un guiño. Tampoco podía hechizarlo con una sonrisa. El hombre, un poco confundido, suspiró. La saludó. Le preguntó cómo estaba. Y no mucho más. El encanto, como todos los encantos, había llegado a su final.

25/9/08

¿Cómo estás? (...)

-Y vos, ¿cómo estás?
-...

El hombre sintió un pequeño ahogo. Le costó un instante retomar el ritmo normal de su respiración. Jamás imaginó que una pregunta tan sencilla le despertara semejante confusión. Se dio cuenta de que llevaba tiempo sin conocer el paradero de sus sensaciones y sentimientos. Se angustió. Le dieron ganas de llorar.

-¿Te pasa algo, Juan? ¿Estás bien?
-Sí. Bah, un poco confundido. Pero quedate tranquilo. Voy a estar bien.
-¿Querés ir a tomar algo?
-Dale...

19/9/08

Mara (...)

-Se me hace difícil. Cada vez me cuesta más...
-¿De qué estás hablando?
-De ella, de Mara, ¿de quién va a ser?
-¡Ah! Porque el tema salió de la nada...
-Es que ése es el tema. En vez de estar concentrado en lo que estoy haciendo, me pongo a pensar en ella.
-Uy, boludo... Entonces, dejame manejar a mí...
-No seas infeliz. No me cambies el tema. Esto es muy importante para mí.
-Bueno, a ver... ¿Qué es lo que te pasa con esa chica? ¿Qué es lo que se te hace tan complicado?
-Olvidarla.
-Pero si no pasó nada. Apenas fue un coqueteo, digamos, amistoso.
-Por eso, no puedo dejar de pensar en lo que habría pasado si, justamente, pasaba algo.
-¡No te puedo creer! ¿Desde cuándo estás así de pelotudo?
-Desde el día que me dejó. Se enojó y parece que bastante. De hecho, casi que no la veo.
-Mirá, esto es muy sencillo. Lo que tenemos que hacer es salir esta noche, levantarnos un par de minuzas y listo. Así, te dejás de romper las bolas con Mara...
-Vos me estás jodiendo...
-No, gil, te conozco demasiado. Vos te enamorás cada media hora...
-No es así. Yo cambié desde que conocí a Mara. No habrá otra como ella. De eso, estoy seguro.
-Bueno, entonces quedate en tu departamento pensando en ella. O llamala por teléfono y pedile perdón.
-Ya lo hice. Y la muy guacha no me atiende. La lejanía es lo que me mata.
-Ves, otro motivo para hacerme caso. Olvidate de ella, es lo mejor que te puede pasar...
-Sí, sería lo mejor... Pero no sé cómo olvidarla. No sé qué hacer...
-Haceme caso y...
-Uh, pará, pará, mirá qué buena está esa mina... Mirá las gomas que tiene... Ah, no, es una bestia...
-¿Cómo era lo que me decías recién?
-Sí, papá, pero es igualita a Mara... No la ves...

11/9/08

Mal recuerdo (...)

Ella me miró enojada y se rió con bronca. Sin vacilar, dio media vuelta y encaró a paso firme hacia la puerta. Sabía que me había equivocado, aunque no imaginaba que había echado todo a perder. La llamé. Le pedí que se quedara. Le rogué que me escuchara. Ella regresó. Se rió con ganas. Tomó su saco y su morral que había dejado olvidados en la barra. Volvió a mirarme, aunque esta vez con desprecio. Y me dio una cachetada. Dolorosa e indeleble. Acababa de convertirme en un mal recuerdo. Acababa de convertirme en pasado.

4/9/08

Ella (...)

Aunque esté, aunque la vea, ella ya no está. Tampoco están sus guiños, sus estallidos, sus laberintos, sus vaivenes, sus salidas. Ella se fue, así lo decidió, de repente, sin avisar. La indiferencia, provocada y forzada, generó asombro, dolor y replanteos. También, curiosamente, causó indiferencia. Aunque esté, aunque la vea, ella ya no está.