27/11/08

Papi (...)

Mañana complicada en los suburbios de los suburbios. Apenas pasado el mediodía, el mercurio de los termómetros sobrepasa la marca los 35 grados. El auto llega con lo justo a una estación de servicio atendida por chicas de siluetas generosas, atuendos diminutos, extra apretados, y caras poco amigables. El calor agobia bajo la estructura donde se cobijan los surtidores. Ella tiene ganas de hablar.
-¡Qué día, papi!
-...
-¿Qué le ponés?
-Súper, lleno, por favor.
La muchacha, que tiene un tatuaje en su brazo, gira y toma la manguera para colocarla en la boca del tanque de nafta. Y sigue con ganas de hablar.
-Me voy a buscar un poco de jugo.
-Dale.
Mientras el auto se alimenta de combustible, ella encara para la heladera donde se guarda el hielo. Habla con una de sus compañeras, se ríe. Y vuelve, sin quitarme la mirada de los ojos.
-Uy, ¡se me congeló! ¿Querés un poquito?
-No, gracias.
-Mirá que está fresquito, papi.
-No, en serio.
-Uy, esto ya está. Lo llevamos hasta 120.
-Si llega...
-No, mejor lo dejamos en 117. Ya está llenito, llenito...
Ella se ríe y me guiña un ojo. Yo me hago el tonto, algo que me sale muy bien, casi sin esfuerzo. Le doy la tarjeta de débito y la cédula de identidad. Ella la mira. Y retoma el diálogo.
-Marcos, así te llamás.
-Sí.
-Este jugo está congelado -insiste.
-Bueno, mejor, con el calor que hace...
-Lo que pasa es que yo no desayuné. Sólo tomé un poco de leche -y vuelve a guiñar el ojo-. Firmá acá, Marcos. Poné la aclaración. Y el número de teléfono -¿hace falta decir que vino otro guiño?-.
-Listo.
-Chau, papi. Espero que vuelvas.
-Chau...
No queda otra que seguir camino por los suburbios de los suburbios. La temperatura sigue en alza. Y no sólo en la estación de servicio. Rumbo a la ciudad, la cabeza va a más revoluciones que el motor del auto. ¿Será tan efusiva con todos? ¿O será una estrategia de marketing para conseguir una propina más generosa? Por las dudas, le puse cualquier número. Si llama, se pudre todo...

26/11/08

Una noche (...)

Le dije que quería pasar una noche con ella. También una tarde. O una mañana. Me daba lo mismo. Sólo quería besarla. Mirarla. Disfrutarla. Ella se sonrojó. Dio a entender que todo estaba bien. Me dijo que la esperara. Que enseguida regresaba. Ella nunca volvió.

Ataduras (...)

Empecinado en vivir historias que no son propias, el hombre es totalmente ajeno a su realidad. Está convencido de que cualquier aventura es posible. Sin embargo, olvidó que está atado. Y que no se puede soltar.

21/11/08

Si ella lo supiera (...)

Ella ejerce un dominio silencioso. Si ella lo supiera... Tal vez lo sabe. Y lo disfruta. A tiempo.

16/11/08

Imprescindible (...)

Una mirada. Una sonrisa. Una caricia. Con eso, sólo eso, ella me hace sentir imprescindible. Si ella lo supiera...

3/11/08

Cobardía (...)

El hombre persigue amores imposibles. ¿Lo hace por romántico? ¿O simplemente porque tiene la convicción de que son imposibles? Seguramente, si creyera que fueran posibles, él elegiría no perseguirlos. Porque es cobarde. Apenas los miraría y los dejaría pasar. Como hace, al fin y al cabo, con los imposibles, pero sin ningún tipo de esfuerzo y sufrimiento.