23/8/07

Final de juego (...)

La idea madre era alcanzar una comunión. Un lugar secreto para decir lo que no se podía decir y sentir lo que no se debía sentir. Por un descuido, el aforo se amplió. No hubo otra alternativa que correr el telón y seguir con la función. Se procuró no mutar el concepto original. Y el desafío se potenció. Algunos percibían inocencia. Otros, más sagaces, intuían indecencia. Podía tomarse como una caricia o somatizarse como una puñalada. Sin embargo, resulta imposible permanecer eternamente en el limbo. Era indispensable crecer. Tomar valor para cruzar el muro que separaba la ficción de la realidad. Y ahí, entre la cobardía y la inacción, el juego murió. Aquel recreo en un patio imaginario perdió su esencia. Se tornó aburrido e inconducente. Insípido. Hasta llegar a convertirse en insoportable.
En plena crisis, el duelo seguirá hasta nuevo aviso.

1 comentario:

Diego Sagardía dijo...

Tal vez sea el inicio del juego.