17/9/07

Instrucciones para (no) hacer guiños (...)

Para hacer un guiño hay que cerrar un ojo por un momento y dejar el otro abierto. Generalmente, se lo hace con disimulo, como si se tratara de una seña de un juego de naipes, para advertir a los incautos del mensaje implícito. En otras ocasiones, en tanto, sólo bastan unas frases que tengan la capacidad de tomar distintos significados en los oídos de uno de los receptores. Sólo unos pocos entenderán la real intención del emisor. Lo curioso, sin embargo, es recurrir a los guiños en una conversación entre dos. Algunos, con aires intelectuales y benévolos, los llaman eufemismos. Los más sinceros los entienden como falta de valor para afrontar una realidad. En este caso, a diferencia del refrán, el que huye no sirve para ninguna otra batalla. Pierde. No llega ni a historia. Se queda ahí.

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