17/12/07

Vademécum para enamorados (...)

Estar enamorado va mucho más lejos que una simple y fría definición de diccionario. Implica convencerse de que los defectos, incluso los peores, son virtudes. Significa concebir los retos como caricias. Se traduce en asentir ideas alocadas y calificarlas de brillantes. Casi que obliga a dejar de hacer para uno para brindarse completamente al servicio del otro. Aturde la capacidad de raciocinio. Altera los sentidos. Incendia cerebros. Confunde sensaciones. Modifica reacciones. Y empuja a un borroso segundo plano cualquier compromiso contraído.
El enamoramiento, más allá de todos estos síntomas y manifestaciones, rquiere una condición fundamental: debe ser recíproco. La unilateralidad sólo conduce hacia la enfermedad. La correspondencia tiene que ser matemáticamente biunívoca. Aclaración: también, sin reparar en promesas vinculadas con la eternidad, tiene fecha de vencimiento.
¿Cómo darse cuenta? Sencillo. Los defectos pasan a ser maldiciones diabólicas. Los retos lastiman y dejan cicatrices. Las ideas alocadas toman forma de delirios. El otro se convierte en un lastre imposible de cargar. La razón y los sentidos retoman su funcionamiento normal. Lo mismo para las sensaciones y las reacciones. Sólo se repiten dos indicios. Los cerebros necesitan con urgencia un matafuegos. Y los compromisos anteriores pasan a un plano difuso.
Por favor, ante cualquier duda consulte a su médico...

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