25/7/07

Fuga (...)

No importa dónde esté. Tampoco cuándo. En plena vorágine diaria, de repente, casi sin proponérmelo, me voy. Desaparezco. Por suerte, nadie se entera. Los demás, también en la lucha, me ven. Creen que estoy trabajando. O haciendo cualquier otra cosa. Sin embargo, sólo les dejo mi envase. Mi cabeza viaja. Se escapa del agobio. Se fuga. Le alcanza con visualizar una imagen para llegar a un lugar placentero. Treinta segundos. Un minuto. Tal vez, un ratito más. Parece poco. Es suficiente. Lo ideal sería que alguna vez el cuerpo se sume a la excursión. No estaría nada mal...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Invitá a tu cuerpo. No se suma porque sólo, parece, existe la cabeza.

Anónimo dijo...

Debe estar bien que no importe cuándo, ni dónde, o que nadie se entere. El misterio es buen compañero de la fuga, como plantea Astor Pantaleón.

La Rara dijo...

Llegue de pura casualidad....Adios!