4/7/07

Diez kilómetros (...)

Diez kilómetros y no cruzaron palabras. Ni una. Lo único que se escuchaba era el insoportable ruido del ambiente. Bocinas, frenadas, motores, sirenas de ambulancias... Pero ellos no abrieron la boca. Ni para decirse hola. Tampoco para decirse chau. Apenas se saludaron con un beso en la boca cuando ella subió al auto y con otro cuando se bajó. No podían mirarse a los ojos. No pararon de llorar. Las lágrimas recorrían sus pómulos y humedecían los cuellos de sus elegantes ropas. El optó por el silencio. Suponía que se trataba de una pelea más. Una escaramuza que no afectaría la relación. Sólo había que guardar silencio y esperar que el tiempo, como muchas otras veces, curara la herida. Pero estaba equivocado. No la vio más. Jamás pudo pedirle perdón. Apenas recuerda su rostro desfigurado por el llanto. Nunca pudo decirle que tenía razón. Esos fueron los últimos diez kilómetros de un gran amor.

Ilustración: "Face of a face", de Paul Klee

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