Un segundo. Con eso basta para cambiar el curso de un día que viene mal parido.
Tal vez exagero. Quizás alcance para modificar el humor, malo como casi siempre... Y no es poco.
Una sonrisa. Un guiño. Una mueca. Una mirada. Un gesto. Un abrazo. Una palabra precisa. Un "nos juntamos en un rato". Un "tengo un libro que te va a encantar". Un "¿mañana hacemos un asadito?". Un "tengo la tarde libre, ¿y vos?".
Otra sonrisa.
No sé cuánto vale... Sólo sé que tomar la decisión lleva un segundo. Apenas un segundo.
Tal vez exagero. Tal vez, lleva un tiempito más. Pero no cuesta demasiado.
Me conformo con poco.
¿O será un montón?
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