24/1/07

Exit (...) *


Miro hacia los costados. Y no hay nadie. Me desespero. Estoy transpirado. La ropa se me pega al cuerpo. Me siento incómodo. Pero, la verdad, no me importa. ¿O sí? Me falta del aire. Y no puedo seguir corriendo. Me ahogo. Me tropiezo. Siento, además, que se me parten las rodillas. Necesito parar. Pero no debo. Tengo que escapar.
No hay tiempo para perder…
Miro hacia adelante. Y no veo nada. No tengo miedo, pero debo reconocer que estoy ansioso. ¿Dónde está la maldita puerta? Me doy cuenta de que la palabra EXIT, en verde fluorescente, resalta entre la oscuridad y se repite cada vez más seguido a medida que avanzo. Pero todavía no llego a la salida. Me quiero ir. ¿Faltará mucho? Me desespero. Vuelvo a tropezar. No sé qué hacer. Tampoco me animo a volver. No serviría de nada.
Me freno. Trato de cambiar el aire. Doy media vuelta. Abro los ojos. Enfoco bien. Me refriego. Veo, a lo lejos, un puñado de recuerdos empeñados en perseguirme. Parecen dispuestos a no dejarme solo. No me quieren abandonar. Tienen diferentes formas. Algunos están disfrazados. Se parecen mucho, muchísimo, a las personas que alguna vez amé. Pero, obviamente, no son personas. Simplemente son recuerdos. Bocetos del pasado. De los buenos. También de los no tan buenos. De los que generan nostalgia. Pero ya no puedo hacer nada útil con ellos. Apenas me sirven para recrear en la mente algunos momentos inolvidables que nunca jamás volveré a vivir. ¿Para qué los quiero entonces? Si me hacen mal. Cada vez que los revivo, después de disfrutarlos a pleno, hundo la cabeza en la almohada y no paro de llorar.
¡Váyanse!
¡Déjenme en paz!
Basta.
No quiero deprimirme más.
Es hora de volver a empezar.
Estoy otra vez corriendo.
No me importa nada.
Sólo deseo llegar a la puerta de salida.
Ojalá esté sin llave.

*Aclaración para los curiosos y los mirones. Aunque lo parezca, no todo lo que aparece aquí es autobiográfico. ¡Aguante la ficción!

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