7/1/07

Un año sin Garrafa Sánchez (...)* **

Los maestros del periodismo recomiendan no escribir en primera persona. Tampoco ven con buenos ojos que uno tome partido por una persona, una agrupación política o un club de fútbol. Pero hoy vale romper con las reglas...
Ayer, tras dos días de agonía, murió José Luis Sánchez. A los 31 años lo mató su amor por las motos y la velocidad, la misma pasión que le cerró las puertas en el Boca de Bilardo, allá por 1996. Una pirueta, la ausencia del casco, una patinada, un golpazo y chau. Pero no es tiempo de editorializar sobre cuestiones de seguridad. Fractura de cráneo, golpes a doquier, muerte cerebral... Dolor. Mucho dolor. En Laferrere, en Gerli, en Banfield, en todos aquellos que aman el buen fútbol...
Se fue uno de los tipos que me generó más alegrías dentro de una cancha en los últimos tiempos. Jugaba a la pelota como todos soñamos hacerlo. Zurdo, mágico, gambeteador, hablador, provocador, pelado, retacón. Era diferente al resto. Bien de potrero... Adorado y reverenciado por sus hinchas. Repudiado (y envidiado) por la contra.
Un crack.
Se hablaban maravillas de él desde Laferrere. Y no era producto de la exageración que genera la devoción. Lo comprobé cuando lo vi por primera vez, en vivo y en directo, por cuestiones profesionales, con la camiseta de El Porvenir. Fue amor instantáneo. "¿Qué hace este tipo en la B?", le pregunté a un colega...
Afortunadamente, lo disfruté a pleno cuando se puso la verde y blanca (o la naranja) de Banfield. Artífice del ascenso desde la B Nacional —aquella final inolvidable ante Quilmes—. Patrono de la salvación cuando el promedio era tema de alta preocupación en el Sur —el golazo de tiro libre ante Independiente—. Y hubo muchas más tardes de inspiración. "Para Garrafa... la Selección", era el himno que bajaba desde la popular del Florencio Sola.
Sólo le faltó que el físico lo acompañara para que su fama trascendiera fronteras. Su talento, sin dudas, valía millones. Las lesiones, casi crónicas, lo alejaron del Taladro. Jugó sus últimos partidos en Lafe, adonde él quería, cerca de su casa.
Se fue Garrafa. Todavía no lo puedo creer. Tampoco quiero.

*Publicado el 9/1/2006 en La Razón.
** No es literatura... Pero el tipo, con la pelota bajo la suela, hacía poesía.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy buena dedicacion


Maxi, Aguante el taladro
Maxi_p04@hotmail.com