19/3/14

La vida suelta de Ernesto III (...)

A las 5.58 comienza a mirar de reojo el radio reloj. Ernesto nunca se levanta hasta que vuelve a sonar. Nunca. Disfruta con un curioso masoquismo que el tiempo corra, que la arena imaginaria se le escurra entre los dedos, hasta que los números rojos y excesivamente grandes del despertador cambien mágicamente de cinco, cinco, nueve a seis, cero, cero. Apenas suena, vuelve a pegar el manotazo a puro reflejo visual y auditivo. En forma mecánica, como un zombi, se incorpora con lentitud, enciende el velador y aprieta el botón para que el despertador no vuelva a activarse en diez minutos. No vaya ser que quede encendido durante todo el día.

No hay comentarios.: