19/3/14

La vida suelta de Ernesto II (...)

La vida es una rutina que se repite con mínimas variaciones. De lunes a viernes el despertador suena siempre a las 5.50. Ernesto, como si se tratara de un juego perverso, pega el manotazo y espera disfrutar de los diez minutos que le quedan por delante hasta que el despertador suene otra vez y marque las seis en punto. Jamás, salvo la primera vez que lo hizo, volvió a reengancharse en el sueño del que no quería despertar. Nunca. Siempre deja la cabeza pegada a la almohada y clava la mirada en las hendijas de la cortina de enrollar por las que, en verano, asoman los primeros haces de luz. En invierno hace lo mismo. Pero no ve nada. Simplemente comienza a contar. Si es lunes, maldice para sí mismo: “Falta toda la puta semana”. El martes no lo conforma. Tampoco el miércoles. Los jueves siente que el túnel oscuro está por llegar a su fin. El viernes, cuando se da cuenta de que es viernes, es el día más feliz. Sólo doce horas le esperan para terminar el recorrido que 72 horas más tarde volverá a empezar.

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