
Un amigo porteño empezo a tomar conciencia de esa adaptación a partir de una noche en que hubo una fuerte explosión en las cercanías de su apartamento, y su hijo, de apenas cinco años, se desperto sobresaltado.
"¿Qué fue eso?", preguntó. Mi amigo lo tomó en brazos, lo acarició para tranquilizarlo, pero, conforme a sus principios educativos, le dijo la verdad: "Fue una bomba". "¡Que suerte!", dijo el niño. "Yo creí que era un trueno".
1 comentario:
Hola
Leí este cuento hace mucho, cuando estuve en Argentina. No me acuerdaba el nombre. Por suerte, puse una frase en el google y apareció tu blog! De ser así, gracias, eh?
Me gustó muchísimo tu blog!
Renato
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