23/4/07

Jugale al 31 (...)

El recuerdo es recurrente. A medida que se acerca mi cumpleaños, vuelvo sistemáticamente a la tarde del sábado 28 de abril de 1984, minutos antes de que mis compañeros de la primaria llegaran a casa para una aburrida fiesta infantil --¿qué otra cosa podían esperar?--. Cuatro días antes había cumplido ocho. Estaba en el jardín de la casa de mis viejos observando mi reflejo en el tanque de agua que funcionaba como pecera. El falso estanque, enterrado a la salida del patio, me devolvió la imagen de un hombre barbado. Calculé que era mi futuro yo y enseguida elucubré qué sería de mi vida. Obviamente, proyecté algo muy disímil a la realidad. Le di rienda suelta a las ambiciones y tracé un bosquejo de una vida diferente, propia de un elegido y repleta de aventuras legendarias con futuro asegurado de enciclopedia. Ojo, no hay disconformidad en estas líneas. Cada uno tiene la vida que puede llevar adelante. Elige y acierta. Decide y se equivoca. Lo hace a diario. Y es muy complicado dar en el blanco todo el tiempo. En este caso, a horas de llegar a los 31, no hay mucho espacio para el reproche. Sólo haber perdido la inocencia sin dejar de ser ingenuo.

3 comentarios:

Diego Sagardía dijo...

Se nota que estás analizado, se nota que sos un sabio escriba que persigue el pensamiento de Franklin Caicedo. Salud y perinolas de amor en este gran día previo a otro gran día.

... dijo...

Y eso todavía no sabía que el destino me regalaría un momento único como cruzarme con el inextinguible Paz Martínez, enfundado en un ochentoso jogging de tela de avión, por las góndolas de un supermercado... Creo no merecer tanto. Gracias. Muchas gracias.

Alicia dijo...

Bienvenido a los 31...