9/4/07

Para abajo (...)


El dolor lastima y aturde. Pero hay algo mucho peor. Y es acostumbrarse a esa sensación de molestia continua. Porque la acción lacerante se mantiene viva, pero uno, ingenuo, le pierde el rastro por culpa de la habitualidad que genera la convivencia. El dolor está ahí. Nadie lo ve. Se camufla en la normalidad agazapado en un rincón. Destruye en forma silenciosa.

3 comentarios:

Diego Sagardía dijo...

Lamento decirle a usted, escriba de puntos suspensivos, que estoy en desacuerdo con lo que ha escrito. Si bien es cierto que lastima, aturde y que tiene mala prensa, el dolor puede ser un buen punto de partida. Cuando no exista, seguro lo va a necesitar. Un alegrón extra large seguir con atención su blog.

... dijo...

Creo, amigo, que su observación es tan interesante como acertada (de hecho, charlamos al respecto alguna vez en un alto de tareas).
Pero su visión es mucho más abstracta que la mía. Usted apunta a la metafísica del sentimiento del dolor y yo iba hacia la naroskyana sensación del dolor.
No todo lo que se parece es... En este caso, me refería a una persistente migraña. Ofrezco disculpas por la linealidad del caso. Y agradezco su eterna preocupación.

Isabel Barceló Chico dijo...

El dolor, en cuanto síntoma de que algo no va bien, es útil. Cuando no tiene utilidad, es un drama. Saludos cordiales.