6/6/07

¿Lo pensaste bien? (...)

-...La necesidad creativa se sustenta en la ganas de alcanzar la superación. Sin embargo, resulta mucho más sencillo cuestionar lo establecido. De ahí, creo, surge la tendencia auto destructiva del hombre...
Es la primera cita. En un bar de San Telmo, con un par de cervezas mediante, Joaquín intenta deslumbrar a Marisa con su discurso repleto de palabras entreveradas. Está convencido de que su afilada dialéctica es su principal arma de seducción y, sobre todo, la vía más rápida para llevar a su nueva conquista a la cama. No le interesa demasiado hurgar en la historia de la muchacha.
-Por eso, sostengo, es necesaria la intervención del estado...-sigue Joaquín.
Ella, obviamente, va por otra dirección. Se aburre con el monólogo vacío de contenido de Joaquín que, enredado en sus oraciones, ni siquiera se da cuenta de que la cerveza se le calentó y que la segunda botella también está vacía. A ella le gustaría, simplemente, hablar de la vida. De su vida. De la vida de él. No anda con vueltas filosofales. No necesita más laberintos. Quiere dejar atrás un pasado plagado de complicaciones, desencuentros y desencantos. Sólo quiere disfrutar. Jugar. Volver a ser adolescente. Y, en este momento, la pasa mal. No sabe cómo ponerle fin a este insoportable encuentro. Ni siquiera escucha lo que dice su interlocutor. Lo ve mover la boca, piensa que es una lástima que sea tan engreído y que no vale la pena darle otra oportunidad por más lindo que le parezca... Apenas necesita idea para acelerar el desenlace de la cita. Desea que le suene el teléfono celular y que del otro lado esté una amiga que le haga la segunda. Pero, ¿quién la va a llamar un viernes a las dos de la mañana?
-¿Qué opinión tenés al respecto? -pregunta el hombre.
-Perdón... -Hacía un rato largo que Marisa había dejado de prestarle atención a Joaquín.
-Uy, se acabó la birra... Les pido otra y de paso hago un toquecito por el baño. Ahora seguimos...-sugiere el incansable Joaquín.
La necesidad fisiológica de Joaquín generó el hueco que necesitaba Marisa para iniciar la retirada. Pensó en dejarlo plantado, pero calculó que sería una actitud muy poco cortés de su parte. Además, el lunes tendrían que volverse a ver las caras en la oficina. Volvió a cruzarse con la idea del llamado, pero la excusa sólo serviría para patear la pelota hacia adelante... Joaquín, embobado por la exuberante figura de Marisa, parecía decidido y, probablemente, insistiría con más salidas hasta conseguir llegar a las sábanas.
-Acá estoy de nuevo... ¿Lo pensaste bien? ¿Qué te parece mi idea? -insiste el muchacho.
-Sí, lo pensé muy bien... -encara la chica sin pelos en la lengua-- me parece que sos un pelotudo que lo único que quiere es coger conmigo lo más pronto posible. Y lo peor es que estuviste cerca conseguirlo... Sólo tenías que hablar un poco menos de vos y de tus complejas teorías sociológicas. Al menos, me podrías haber preguntado cómo estaba. Esa hubiese sido una buena manera de empezar. ¿Te puedo hacer una pregunta?
-Ya me la hiciste, además... -acota Joaquín, con un ojo virtualmente morado, antes de ser brutalmente interrumpido.
-No ves que sos un flor de pelotudo... ¿Con todas las minas hacés lo mismo? ¿A cuántas engañaste con ese discurso progresista? Te doy un consejo: cambiá de estrategia. Sos demasiado pelotudo. Parecías otra persona las veces que nos colgamos a hablar... Por todo eso que hiciste, acepté la invitación... Y además porque me gustás, sos muy lindo... Pero te pasás de boludo. Y no me gusta coger con boludos. Así que mejor la cortamos acá. Tomá, invito yo. Nos vemos el lunes. Y espero que aprecies mi honestidad. Créeme: habría sido más sencillo terminar en tu departamento. ¿Sabés lo que me costó decirte todo esto?
-...
Marisa se levantó y se fue. Joaquín vio cómo se tomaba el taxi en la puerta del bar. El se quedó sentado y se terminó la cerveza. Luego se pidió otra. Al rato, le invitó un trago a una chica que usaba una minifalda. Tras una breve introducción que incluyó nombre, profesión, edad y gustos varios, Joaquín volvió a empezar...
-Creo que la necesidad creativa se sustenta en la ganas de alcanzar la superación. Sin embargo, resulta mucho más sencillo cuestionar lo establecido. De ahí, creo, surge la tendencia auto destructiva del hombre...

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