11/6/07

El pintor y la modelo (...)


Un bar. Dos amigos. Uno, hombre, pintor y escultor, con un importante vacío creativo. Ella, también artista, es desde hace tiempo su musa. Las ideas de Paula revolucionan el cerebro de Walter. Y también tienen a sus hormonas en ebullición. No sabe por qué, ni desde cuándo... Simplemente sucedió. Ojo, tampoco sabe cómo abordarla. Walter tiene un terror enorme al rechazo. Y a perderla. Pero...
-No se me ocurre nada, Paula... Me parece que voy a terminar atendiendo un almacén...
-Y por qué no pintás mujeres desnudas.
-No es una mala idea. Pero, pensándolo bien, vi muy pocas. Y hace un rato largo que veo a la misma. Necesitaría un poco de inspiración e investigación de campo para poder...
-Contratá una modelo...
-¿Sabés lo que cobran? Ni en pedo...
-Entonces, navegá por internet. Está repleto de páginas con chicas desnudas. No me vas a decir que vos no te metés...
-Pero no es lo mismo. Para trabajar sobre algo hay que verlo, sentirlo, vivirlo. Nosotros somos artistas. Vos lo sabés bien. Si no, es pura charlatanería... Es como si hablara con autoridad sobre problemas matemáticos después de haber leído sólo los libros del Licenciado Araujo.
-Pará un cachito -Paula pone el freno de mano-. Me parece que vos te estás pasando de vivo. Te doy una idea y ahora te querés aprovechar de mí.
-Y sí... Podría decirse que sí... Ojo, aprovechar es una manera de decir. Sólo te invito a pasar un rato juntos. Bah, en realidad, serías la piedra fundamental de la nueva corriente de mi obra...
-¡Piedra fundamental! ¡Sos un chanta! Dejate de joder.
-...
-¿Por qué ponés esa carita de santo? ¿Encima te parece bien? De buenas a primeras vas a hacer cornuda a tu novia... Yo no me quiero hacer cargo de eso. A mí no me gustaría estar en el lugar de ella.
-Bien no me parece... Sé que no es lo correcto. Pero no soy perfecto. Cualquiera puede tentarse con una chica tan linda como vos -Walter saca a relucir su mejor carta de zalamería--.
-Encima ahora me querés endulzar. Al final, sos como todos...
-Pará, pará, pará... No soy como todos. Soy lo que soy, como diría... Uh, no me acuerdo, ayudame, ¿cómo se llamaba la que cantaba eso?
-¿Eh? No te entiendo.
-No importa... Apenas te estoy haciendo una pequeña propuesta indecente. Podés decir que sí... Podés decir que no... Y listo. Vos me sugeriste que dibujara mujeres desnudas. Y a mí me dieron ganas de verte sin ropa. ¿Está mal?
-Claro que está mal. ¡Mirá en la posición que me ponés! ¡Me incomodás! Además, ¿quién te dijo que mi cuerpo es lindo? Yo me baño con los ojos cerrados para no verme desnuda...
-Bueno, perdón... Tu belleza es algo que se intuye sin necesidad de desnudarte -insiste Walter-... Pero dejalo ahí: no quise molestarte. Ya está. Olvidate. No te dije nada.
Walter y Paula se quedan en silencio. Se miran. Y ella empieza a reírse.
-De qué te reís, guacha...
-Yo tenía razón... Al final, sos como todos. Primero te hacés el valiente y después arrugás.
-Pero, disculpame, ¿ibas a aceptar?
-Sí, claro, pero no te la iba a hacer tan sencilla.
-Entonces, ¿por qué hablamos en pasado? ¿Adónde vamos? ¿Vamos a tu casa?
-A ningún lado, querido. Si vos recién me dijiste que me olvidara... No sé de qué estamos hablando. Sí, dale, llevame a mi casa. Pero yo me bajo solita...

*Ilustración: "El pintor y la modelo", de Pablo Picasso (1963)

No hay comentarios.: