31/1/08

El encuentro (...)

El ventanal, al cabo de diez minutos de una cuidadosa limpieza, estaba impecable. Hasta parecía que no había vidrio que separara el interior del exterior... La licenciada se sintió satisfecha. Sabía que González no podría reprocharle nada. Tendría una inmaculada vista del patio. Con la misión cumplida, Clara se apuró en dejar el líquido azul en el estante inferior del vanitory del toilette. Y también en arrojar las hojas de revista utilizadas en el pequeño cesto que está entre el inodoro y el bidet.
Se sentía plena. Hasta que se miró al espejo. Había tirado por la borda el trabajo de un día de cuidados intensivos estéticos por un ataque compulsivo de aseo... Estaba despeinada. La transpiración había corrido el sutil maquillaje que camuflaba las mínimas imperfecciones de su rostro. Se había olvidado de los 35° de temperatura. Y tenía muy poco tiempo para emprolijarse. Sólo esperaba que Javier se retrasara un poco. Ya eran las nueve pasadas... Pero no tuvo tanta fortuna. Apenas se le cruzó por la cabeza el deseo de impuntualidad de su enamoradizo ex paciente, escuchó dos timbrazos cortos.
-Ya salgo -le dijo Clara al micrófono del portero eléctrico.
-Bueno... -respondió Javier.
La mujer, al borde de un ataque de nervios, se secó el sudor con un pañuelo de papel, corrigió a las apuradas el maquillaje frente al espejo y no tuvo otra que ir a abrir la puerta. No quería hacerlo esperar mucho más.
-Hola...
-Hola... -Javier acercó su boca a la boca de Clara. Pero ella, por acto reflejo, le corrió la cara y le ofreció una mejilla- ¿Me vas a dejar pasar? No puedo irme sin echarle un vistazo a ese patio hermoso...
Más allá de la incomodidad que le generaba la transpiración, ella sintió una satisfacción enorme. El esfuerzo de última hora no había sido en vano.
-Lo que quieras. Tengo un chardonnay en la heladera. Si querés podemos charlar un rato antes de ir al restaurante.
-Puede ser. Espero no sentirme analizado... No lo digo por vos. Lo digo por el lugar... No me malentiendas.
-Es lógico. Pasá. Conocés el camino... ¿O ya te olvidaste?
Javier encaró hacia el sofá mientras Clara se dirigía hacia la pequeña cocina del consultorio. En forma automática, el muchacho se acostó, posó su cabeza en el apoya brazos y enfocó su mirada hacia el ventanal que dejaba ver el patio suavemente iluminado. Desde allí se veía el banco de cemento cobijado por el limonero y el cerezo. Con dos copas en una mano y la botella de vino blanco en la otra, la licenciada se sorprendió al verlo recostado, como si se tratara de una sesión más.
-¿Qué hacés? ¿Por qué estás así?
-No sé... La verdad que no sé. ¿Será la costumbre?
-Dale, sentate...
-No. Esperá un poco. Ponete vos ahí -le señala el sillón donde Clara hace las anotaciones durante la terapia-. Te quiero contar algo.
-No te entiendo. Vos estás loco...
-Sí, estoy loco por vos.
-Dejate de joder. Me parece que te estás zarpando.
-¿Zarpando? Si todavía no te hice nada...
-¡Cómo! ¿De qué me estás hablando?
-Nada, nada... Dejalo ahí. ¿Por qué no empezamos de vuelta?
-Me parece que lo mejor sería que te vayas.
-Pará, pará. Vos sabés mejor que nadie que tengo un mambo terrible en la cabeza. Así y todo, aceptaste esta cita. Así que me tenés que dar otra oportunidad.
-No sé...
-Dale. Mirá cómo estás. Estás hermosa. Bah, sos hermosa. La verdad no entiendo cómo una mujer como vos está sola. Dale, vamos al patio, tomamos un poco de vino y empezamos de vuelta. No sé qué me pasó.
La zalamería de Javier venció la resistencia inicial de Clara. Ella se dirigió al ventanal de vidrio y rejas para abrir la puerta. Cuando estaba girando la llave, sintió que Javier estaba sobre su espalda. Con sus manos apretó fuerte la cintura de la licenciada. Cuerpo contra cuerpo, le dio un beso en el cuello y mordió suavemente el lóbulo de la oreja derecha. Clara respiró hondo. Suspiró. Y entre un tórrido forcejeo dio media vuelta.
-Me parece que te estás apresurando -le dijo ella con la voz entrecortada, antes de estamparle un largo beso en la boca.
-A mí me parece que ya perdimos demasiado tiempo -replicó Javier.

Ver capítulo 1: Sesión
Ver capítulo 2: Otra sesión
Ver capítulo 3: Llamada
Ver capítulo 4: Mancha

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