27/1/08

Magnetismo (...)

Se encuentran todas las mañanas a las 9.30 frente a la máquina de café del cuarto piso. Sucede desde hace dos años. Cruzan miradas. Hablan de nada. Y de todo también, aunque siempre sin profundizar demasiado. Trabajan en el mismo edificio. El es vendedor de una agencia de viajes, que funciona en el quinto. Ella integra el prestigioso bufete de abogados del tercero. Jamás imaginaron que llegarían tan lejos.

-Siento algo raro... Una especie de magnetismo. Me atraes...
-¿A qué viene todo esto?
-Clara... Lo que pasa es que no puedo dejar de pensar en vos.
-...
-Decime algo, dale. No te quedes callada. Acabo de confesarte lo que pienso, lo que siento. Y vos no me decís nada.
-¿Y qué querés que te diga? No era necesario que me lo dijeras. Ya me había dado cuenta. De hecho, lo sabe o lo supone la mayoría de la gente que pasa y nos ve todos los días en este bendito lugar.
-Decime algo. No sé. Al menos mandame a la mierda.
-¿Cómo te voy a mandar a la mierda? Si me encanta hablar con vos... Pero entendeme. Somos amigos, buenos amigos... Nada más.
-¿Nada más?
-Sí, nada más. Y nada menos.
-¿Y el beso que me diste el otro día?
-Nada... Un arrebato, una necesidad. Yo lo necesitaba. Vos lo necesitabas. No te enredes, Gustavo.
-No me podés decir eso...
-¿Y qué querés que te diga?
-No sé... ¿Qué se yo? Decime que vos también estás loca por mí.
-No te puedo mentir.
-...
-¿Qué te pasa?
-...
-Dale, bobo, ¿qué te pasa?
-Nada... Me acabás de cortar el rostro. Y lo hiciste casi sin inmutarte. Tengo ganas de llorar, de irme a mi departamento. Encima querés que te diga algo. Esto no me lo esperaba.
-¿Qué era lo que no te esperabas? Hace dos años que vamos y venimos. Hace dos años que te hacés el galán conmigo. Hace dos años... O te creés que soy tarada y que no me daba cuenta de todo esto...
-¿Entonces?
-Entonces, ¿qué? Acaso no te das cuenta. No te puedo esperar toda la vida. ¿Qué pensás hacer con tu chica? ¿Querés jugar a dos puntas? Me parece que no te da el cuero.
-¿A ver? Animate a probar, Clara.
-Estás equivocado. La cuestión no pasa por ahí. Me gustás. La paso bien con vos... Pero hasta ahí.
-¿Qué querés decirme? Si estuviera solo... Si me peleara con mi novia...
-Puede ser. Pero estás a punto de casarte con ella...
-Por vos soy capaz de dejar todo. Además...
-No te creo.
-Escuchame. Pará un poco.
-No...
-Bueno, lo que vos quieras. Pero pensalo bien.
-¿Qué querés que piense?
-Nada. Eso. Sólo quería contarte que en dos semanas me voy a España.
-¿Para qué? ¿Por cuánto tiempo?
-Me mandan de la empresa. No sé... Tal vez me quede para siempre.
-¿Y tu novia? ¿Se va con vos?
-No. Ella no puede ni quiere largar Medicina. Le queda un año para terminar la carrera. Y después tiene que hacer la residencia.
-¿Entonces?
-Y... Lo mejor para ella es quedarse acá. Y lo mejor para mí es irme. Ya lo hablamos. Creo que debemos ser egoístas, aunque duela. Además, últimamente, estábamos a los tiros. Vos lo sabés, ya te lo conté. Por eso, anoche decidimos cortar.
-¿Por qué no me dijiste todo esto antes?
-Porque creía que lo otro, lo del magnetismo, era más importante.

No hay comentarios.: