29/9/08

Encanto (...)

Hacía tiempo que no se veían. Por eso, más allá de la lejanía, el hombre sintió la necesidad de observarla con atención. Deseaba revisar cada detalle. Quería volver a explorarla. Y lo notó enseguida. Ella estaba igual que siempre, pero no era la misma que antes. Ya no tenía el aura que la hacía única. Había perdido la capacidad de engañarlo con un guiño. Tampoco podía hechizarlo con una sonrisa. El hombre, un poco confundido, suspiró. La saludó. Le preguntó cómo estaba. Y no mucho más. El encanto, como todos los encantos, había llegado a su final.

3 comentarios:

Diego Sagardía dijo...

¿Después del final, el encanto en qué se transforma, qué nombre lleva?

... dijo...

Te desilusionaría si te digo que muta en desencanto. Sería una salida rápida y poco honrosa a tu inteligente pregunta... No obstante, sin entrar en laberintos, podría decir que el encanto puede transformarse en desazón, angustia o tristeza. Pero también deviene en alivio, tranquilidad y, por qué no, bienestar.

Anónimo dijo...

¿Y si el encanto se transforma en fastidio?

Saludos