22/12/15

La vida suelta de Ernesto XX (...)

Ernesto odia la Navidad. En realidad, Ernesto odia todo lo que tiene que ver con festejos o con celebraciones multitudinarias. En el único lugar donde la pasa bien, sin importar si estaba apretujado como las anchoas en un frasco de aceite, es en la cancha. El fútbol lo abstrae del siempre incómodo calor de las masas. No hay otra excepción. Ni en los recitales de sus bandas favoritas de la adolescencia ni en las reuniones de fin de año ni en los casamientos, bautismos, fiestas de 15 y cualquier ocasión que se le pueda ocurrir a alguien que implique la presencia de mucha gente. Más de diez personas juntas en un ambiente, por más que el ambiente fuese amplísimo, es motivo de molestia para Ernesto. Por eso, cuando Lola lo invitó a pasar las Fiestas junto a su familia y la del Gordo Salvador, el hombre vaciló hasta que se dio cuenta de que no podría encontrar ninguna excusa válida para recluirse y tomar cerveza helada solo hasta no acordarse.

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