14/4/08

Reflujo (...)

Los silencios contra natura son contraproducentes. Obligan a engullir frases en forma grosera. Y el banquete de términos tiene muy poco de pantagruélico. Es casi como un rito caníbal. Aquellos gritos que quedaron atragantados no completan el recorrido para ser expulsados en una letrina. Uno olvida las contraindicaciones. El efecto negativo es inmediato. Los silencios vuelven sin pedir permiso. Se transforman. Dejan de ser palabras que podrían haber quedado perdidas en el medio de una violenta diatriba. Ahora incomodan. Producen malestar. Ardor.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Adhiero a lo que decis, pero de vez en cuando pienso que hay mucha gente que no debería haber hablado nunca. Y hay mucha gente que debería hablar más y no lo hace porque sabe lo que puede pasar con sus palabras

J.

Simplemente Yo dijo...

dirás lo que tengas que decir, o no dirás nada

Ygriega dijo...

completamente cierto: ciertos silencios nos contaminan el alma, las palabras acaban prisioneras en la garganta, la lengua se contorsiona y algunos nos volvemos miserables...

me enkanto tu blog: tenés una forma de eskribir ke embriaga.
estas palabras gritan intensidad...