La soledad no es una condición propia de los que están sin compañía. Se puede estar solo con un mundo de gente alrededor. Perdido, olvidado en el rutinario fragor del día y la noche, el hombre extraña su lugar en su mundo. Sin calor, a pesar de las temperaturas exageradas. Sin fricción, más allá de los continuos roces cotidianos. Sin la placentera e inigualable humedad de la transpiración ajena. Se siente solo. Abandonado. Sin nada.
3 comentarios:
Sólo con él.
No acostumbro a dejar comentarios, pero tus prosas poéticas me han recordado al libro de Margarit "Nuevas cartas a un joven poeta". Quizás te gustaría.
¡Xao!
No suelo responder comentarios. Y no es por una cuestión de ego, sino porque no sé qué decir ante tanto afecto. En este caso, estimado anónimo, sólo puedo ruborizarme. Gracias.
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